Obras de Óscar Reutersvärd.
Reutersvärd: Figuras imposibles
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En 1982 el servicio postal sueco emitió una serie de estampillas con las “figuras imposibles” de Oscar Reutersvärd, pidiéndole al mismo Autor el boceto para la realización.
En 1984 algunos entre los más grandes museos del mundo (Tokio, Estocolmo, New York, …) le pidieron celebrar los 50 años de su primera “figura imposible”, con una muestra personal.
En 1996, la sociedad, que de poco tiempo había terminado la autopista de Helsingborg, le pidió algunas esculturas destinadas al embellecimiento del futurístico anillo vial de Malmöleden.
Reconocimientos de seguro prestigio, para un artista que, por toda su larga vida (de 1934 al 2002, año de su muerte), ha creado, siempre y sólo, “figuras imposibles”, con una apasionada, continua y constante investigación que tiene de lo increíble por su univocidad, alternando su vida artística con la docencia de Arte en la Universidad de Estocolmo, donde fue también Decano de la facultad de Arte. [Me gusta notar algo que casi nadie sabe, es decir que Oscar hacía por sí mismo el papel para sus dibujos, un papel muy especial y muy sensible al color, como se hacía en el antiguo Japón. Es por esto que, a menudo, en sus autorretratos en broma, siempre está con hábitos japoneses].
¿Qué son y cómo nacen las “figuras imposibles”?
En el gran libro de Jan Gullberg, Mathematics, from the birth of numbers, en el capítulo dedicado a la geometría, se hace referencia (pág. 374) a la Geometrías Fantasmagóricas; todo el argumento se centra en el trabajo de Oscar Reutersvärd.
Mayores noticias, por ejemplo la confirmación del hecho que la primera “figura imposible” de nuestro Artista es de 1934 («El mismo año en el cual W. Disney creaba Donald Duck», se pavoneaba Oscar), está testimoniado por el mismo O. Reutersvärd (1982).
La cuestión es bastante simple, se trata de un banal forzamiento de la perspectiva.
Los trabajos de Reutersvärd se basan en un truco de perspectiva que se conoce como “perspectiva japonesa” la cual consiste esencialmente en lo siguiente: un objeto, o una serie de objetos, vistos contemporáneamente en más de una perspectiva (por lo menos 2, en ocasiones 3) en direcciones (puntos de vista) diversas, pero de forma tal que haya una “soldadura” entre las figuras que resultan, da como solución general algo que no puede existir, realísticamente absurda. Tomamos la primera obra de Reutersvärd (“Opus 1”, 1934) y numeramos los “cubos” que la constituyen.
El proceso es claro: si se observan únicamente los “cubos” del 1 al 7 (excluyendo el 8 y el 9), la perspectiva es correcta, y tiene como dirección la que va de la izquierda a la derecha de quien observa; si se observan los cubos del 4 al 1 (excluyendo sólo 2 y 3), la perspectiva es aún correcta, pero tiene como dirección de derecha a izquierda de quien la observa; se puede proceder también eliminando 5 y 6, obteniendo aún una perspectiva correcta.
Todo esto cambia completamente la cuestión en el intento de recomponer todas estas versiones parciales en un bloque único, en un diseño único: se tiene más de un punto de colapso, de incoherencia, que transforman la figura localmente correcta en una globalmente imposible.
Si esta es la explicación matemática elemental de la perspectiva japonesa, es igualmente verdadero que, en casi setenta años de trabajo, mucho es lo que ha reflexionado el artista de Lund, trabajado y creado, insistiendo, en el mismo principio y en diversas formas, que sus diseños ilustran mejor y con mayor precisión de lo que un texto puede hacer.
Reutersvärd ha trasformado algunas de sus figuras imposibles en escaleras imposibles, sin sentir la necesidad de hacerlas recorrer: se ha limitado siempre y únicamente a sugerir implícitamente a quien está observando de recorrerlas con la imaginación...
A causa de esta sutil perspicacia, como he tenido modo de constatar tantas veces, son muchas las personas, de diversas edades y de cultura diversa, que no siempre logran ver la imposibilidad… Es bien conocido el hecho de que el ojo humano está obligado, por nuestra cultura ancestral, a transformar todo lo que observa y que reconoce como una representación bidimensional de lo tridimensional, en “algo”, en un “posible objeto”. Si el ojo está entrenado, ¡las figuras imposibles de Reutersvärd hacen superfluo, imposible, inútil este esfuerzo! El ojo busca una razón que no existe, el cerebro rechaza la imagen global y proporciona automáticamente el motivo de la imposibilidad. Pero hay personas que, no siendo ayudadas en este aspecto precisamente porque les falta referencias a otros ejemplos o señales de la realidad, no “sienten” (no ven, non perciben, ¿cómo decirlo?) esta imposibilidad, y no reconocen en los diseños aquello que de dramático y de violento estos contienen.
Es por esto que yo aprecio totalmente la pureza y el coraje de Reutersvärd, inspirador de decenas de artistas de todo el mundo que siguieron y siguen su camino.
Reutersvärd, O. (1982). Impossible coloring book. New York: Perigee Books.
Bruno D’Amore
Crítico de arte del AICA (Association International des Critiques d’Art), Paris.
Traducción de Martha Isabel Fandiño Pinilla